Lo que vendemos ya no es lo más importante para nuestros clientes. Cada vez es más importante el “cómo”, la experiencia de servicio que les ofrecemos.
Prestar un buen servicio no es garantía de nada, y menos si nuestro mercado no lo sabe. Por eso es necesario que lo comuniquemos adecuadamente y que “vendamos” nuestro servicio. El viejo mito de que el servicio es lo más importante, no es la única razón por la que nuestros clientes estarán dispuestos a continuar viniendo a nuestras empresas.
Actualmente nos encontramos en un mercado en el que la oferta supera a la demanda. Es por ello que lo que nos distingue de nuestra competencia y nos hace únicos e irrepetibles, es la manera en que prestamos nuestro servicio. El “cómo” nos comunicamos con nuestros clientes, el “cómo” los tratamos, el “cómo” les ofrecemos soluciones a sus problemas diarios… Todos estos “cómo” serán diferenciadores de nuestra empresa y determinantes en que nuestros clientes nos sigan seleccionando.
Nos esforzamos en crear acciones de fidelización que lanzamos a nuestros clientes, ofreciéndoles regalos, sorteos, descuentos… Sin embargo muchas veces nos olvidamos de lo más importante, crear servicios únicos que conseguirán por ellos mismos su fidelidad.
El “cómo” prestamos nuestros servicios es una cuestión de actitud, por eso es fundamental que dispongamos del personal adecuado para realizarlos. Podemos diseñar servicios excelentes, con organizaciones precisas y medios suficientes, pero si las personas que tienen que prestarlos no lo hacen con la actitud adecuada, es seguro que no serán un éxito.
Desarrollar el “cómo” para estar presentes en la mente de nuestros clientes, no depende ni de recursos ni del tamaño de la empresa, sino del enfoque que le demos y la adecuada puesta en práctica.
Y por último comuniquemos “cómo” lo hacemos, que nuestros clientes sepan lo diferenciador que es nuestro servicio.